«Tiene lugar en una enorme galería. Instalo 300 fotos del mundo entero y una visitante, Linda, las mira. Me vas a decir: «Eso será mortalmente aburrido». Pero aquí aparecen ya todas las variaciones posibles entre las fotos, de entrada por yuxtaposición y alrededor de un tema, lo que se multiplica al infinito, y las combinaciones no menos infinitas entre Linda y las fotos. Es un film que, de todas formas, será infinito. Implica las relaciones entre fotografía y cine, que están por explorar. Para la fotografía, es el tiempo fijo; para el cine, el tiempo desplegado. Las fotos dejan lugar al imaginario del espectador. Puede quedarse diez segundos o diez minutos delante de una foto. Pero el cine, por su naturaleza, arrastra al espectador tras el rastro del cineasta (...); el cine debe aportar a la foto y no a la inversa.» (JDP)