«Nítida y efectiva reflexión sobre la amplitud de la imagen fílmica. Elementos recurrentes en el cine de Lertxundi, como las puertas abiertas, el mar y el cielo, aparecen superpuestos, se funden evocando sensaciones que trascienden la existencia terrenal. Al mismo tiempo, se trata de un elogio de la labor artesanal y del componente material del acto creativo. Esta idea se concreta en la duración del film: su metraje corresponde exactamente al de un rollo de 16 mm». Javier Estrada